El territorio de Sinaloa
está integrado por un extenso litoral, valles regados por caudalosos
ríos, zonas semidesérticas y zonas boscosas de la Sierra Madre. En el
norte del estado se asienta el grupo mayo, el cual conserva muchas
costumbres seculares y una recia cultura.
Algunos investigadores sostienen que el nombre de Sinaloa es una deformación del vocablo mayo sinajoa, que quiere decir “lugar o casa de la sina”, nombre indígena de una cactácea que prolifera en la región.
La Semana Santa entre los mayos se celebra en cinco de los
municipios de la entidad: El Fuerte, Mochicahui, Choix, Ahome y Sinaloa
de Leyva. En esa ocasión se bailan la pascola y el venado, y otras
danzas, como la del chivo y la del coyote. También se representa una
procesión de judíos con máscaras de piel de chivo y de otros animales, y
sartas de capullos de mariposa rellenos de piedritas, los llamados tenabares,
que enredan en sus piernas para marcar el ritmo de las danzas. Se hacen
acompañar por un grupo de músicos, generalmente dos violines, una arpa y
medios calabazos que se utilizan como tambores. Las ceremonias de
Semana Santa se inician el Domingo de Ramos, en lo que llaman “la
búsqueda del Señor” por parte de los judíos, y terminan el Sábado de
Gloria con la quema de máscaras, cuchillos y espadas de palo,
simbolizando la desaparición del mal.
Es notable la celebración del carnaval en todo el estado, destacando
el de Mazatlán, donde la espontaneidad y el carácter abierto y alegre
de los sinaloenses, particularmente de sus mujeres, hacen de este un
evento de sana alegría.
En Sinaloa hay una costumbre muy peculiar que consiste en contratar conjuntos musicales que llaman tambora, y recorrer plazas públicas y calles de las ciudades encabezadas por sus contratantes.
Sinaloa es rico en producción artesanal. Se hace cerámica en
Rosario, Escuinapa, Ahome, El Fuerte y Concordia; se elabora la cestería
con fibras vegetales como palma, ixtle y carrizo. Son notables los
sombreros dobles de un tejido muy fino de El Fuerte, así como los
petates de carrizo que tienen múltiples usos en la región; también se
trabaja la talabartería y se confeccionan muebles en los que se utiliza
la palma para los asientos y respaldos; son admirables las tallas de
madera de Mochiacahui, y los taburetes y las sillas de Matatán.
Con la diversidad de productos alimenticios que les proporcionan
ríos, mar, sierra y valles, los sinaloenses hacen deliciosos platillos.
Es particularmente sabroso el chilorio, hecho a base de especias, chile y
carne de cerdo, así como los chicharrones de lobina, especie acuática
de agua dulce; en la costa, las albóndigas de camarón o las ostras al
plato y el delicioso pozole blanco. También hay aguas frescas de
pitahaya, y frutos estacionales de la región.
Se han introducido nuevos cultivos de delicados frutos, como el
lichi, de origen chino; el maracuya, que vino de Brasil, y el pérsimo,
que llegó de Japón. Desde luego, son famosos el melón, la sandía y el
jitomate, frutos que se utilizan para deleite de los paladares de los
sinaloenses.
Quiséramos seguir hablando de los
deliciosos panecillos ceremoniales en forma de rosca llamados
tacuarines, de los frijoles puercos o de los tacos de cabeza y de la
machaca de pescado, pero cada visitante tiene a su alcance un mundo
mágico de tradicón artesanal, culinaria, festiva y ceremonial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario